martes, 4 de mayo de 2010

Prohibición del tabaco: Cui prodest?

Seguimos hoy con la serie en la que pretendemos investigar el por qué de las decisiones aparentemente absurdas de quienes nos gobiernan mediante la impagable herramienta teórica de preguntarnos "¿A quién beneficia?" Cui prodest?
Nos centramos hoy en algo que causa estupor en mucha gente con capacidad de pensar más allá de lo que ordena la TV. ¿Por qué en los últimos años se ha extendido por el mundo occidental una campaña tan agresiva de penalización del uso del tabaco?
Ciertamente, el tabaco no es precisamente un hábito sano, pero hay decenas de hábitos mucho más insanos contra los que no se hace nada. Hace poco lei sobre una normativa que prohibía fumar en la parada del autobús urbano. ¡Se prohibe fumar en un lugar que está al borde de una carretera por la que transitan decenas de miles de coches diarios expulsando humo tóxico por sus tubos de escape!
Los gobiernos occidentales, no solo no penalizan, sino que a veces hasta premian hábitos tan perjudiciales para la salud como el uso del vehículo, las actividades económicas altamente contaminantes, los transgénicos, el abuso de medicamentos, el trabajo en condiciones de alto riesgo... El listado es tan grande como escaso el interés de esos mismos gobiernos por la salud pública. Entonces ¿por qué, precisamente, esa obsesión por prohibir el uso del tabaco con el argumento de que desean proteger nuestra salud? Desde hace 20 años, el tabaco está siendo progresivamente prohibido en nuestro país y todo parece indicar que el objetivo al que se tiende es a su prohibición total. Pero ¿a qué viene tan repentina saña? Está claro que aquí hay gato encerrado.
Usemos nuestra herramienta: cui prodest?
¿A quién podría beneficiar que el tabaco esté prohibido? La mayoría de la gente con la que he conversado sobre el tema, enseguida encuentra a quién no beneficiaría. Y eso nos llena de estupor. El primer perjudicado de las leyes antitabaco del Gobierno es el propio Gobierno, que deja de recaudar las enormes sumas que le reportan los altísimos impuestos que genera su venta. Paradójico.
Ya sabemos a quien perjudica más la prohibición del tabaco: a la Hacienda Pública. Pero, repitamos la pregunta clave ¿a quién beneficiaría su prohibición total? Pues está claro: cuando un producto se prohibe, los mafiosos se frotan las manos. Producto prohibido equivale a mercado negro y mercado negro equivale a ganancias enormes y libres de impuestos que van a parar a manos privadas. Y si el producto prohibido es adictivo, el negocio es redondo. Habrá gente dispuesta a pagar 50€ por la cajetilla de tabaco que hoy cuesta 3.
Si en el estado español se prohibe el tabaco, los miles de millones de euros que antes iban a la Hacienda Pública, pasarán a las manos de nuestros queridos hombres de negocios, que en las películas llamamos capos y en la realidad señor empresario.
El móvil del crimen y los criminales son los mismos que en el Cui prodest? del que nos ocupamos la semana pasada. El móvil, recordémoslo es, además, el objetivo que define a los regímenes políticos ultraliberales: despojar a los estados de dinero y dejar éste en manos de unas cuantas instituciones privadas -y esas instituciones son las autoras del crimen.
Con esta explicación también se despejan algunas cosas extrañas de estas progresivamente duras leyes antitabaco Por ejemplo ¿por qué nacieron estas leyes precisamente en EE.UU., a pesar de ser EE.UU. el primer exportador de cigarrillos? Porque en EE.UU. fue el país en el que primero prosperó el ultraliberalismo. Tras la caída del muro de Berlín, Europa se sumó al ultraliberalismo y, con él, ¡qué coincidencia! a las leyes antitabaco cada vez más restrictivas.
Por si necesitáis otra prueba de quiénes andan detrás de esta furiosa campaña antitabaco, os invito a que busquéis con Google las repugnantes imágenes de las campañas oficiales que se han emprendido en muchos países.
El gobierno de Brasil, el país en el que las multinacionales destruyen con su permiso el pulmón del planeta, está muy preocupado por la salud de los pulmones de sus ciudadanos y ha utilizado experimentos psicológicos al más puro estilo nazi para averiguar qué imágenes impactan más brutalmente. Entre ellas, fueron seleccionadas la de un cadáver después de una autopsia, un hombre con una traqueotomía y otro tendido con el cráneo abierto, sangre a borbotones y los sesos fuera, acompañados de la frase: "El riesgo de derrame cerebral es mayor con este producto". ¿Un cráneo abierto con sangre a borbotones es lo que las autoridades sanitarias de Brasil entienden por derrame cerebral? Pero el premio se lo lleva una imagen en la que aparece un feto muerto en el interior de un cenicero, rodeado de colillas, con la sentencia: "Este producto intoxica a la madre y al bebé, causando parto prematuro y muerte." No hay más que ver la foto para que quede claro lo que les importan a los promotores de esta campaña los bebés.
Como la foto me parece sumamente horrible, prefiero no ponerla en mi blog. Está aquí, por si tenéis estómago para verla.
En este otro cartel vemos cómo el gobierno del país que ha dado nombre a esta práctica sexual, compara la adicción al tabaco con la felación, dando, por cierto a entender, que la felación es un acto de esclavitud. Curiosa moral sexual, la del gobierno de este país tan avanzado, laico y democrático. Los desvelos de la doctora Ochoa han caído en saco roto.
Estos carteles son obscenos, indignos, inhumanos, propios de gente absolutamente degenerada. Ningún supuesto bien justifica semejantes imágenes. Hay que ser un psicópata para preferir que un niño vea esas imágenes antes que se fume un pitillo a escondidas, como han hecho todos los niños desde siempre.
¿Quién usaría una foto como ésta para lograr un fin? Se me ocurre un psicópata o... un mafioso.


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8 comentarios:

JL F dijo...

Es cierto que el tabaco es perjudicial, pero mucho menos que el humo que respiramos todos los dias por las calles de las ciudades procedentes del tan al contrario fomentado vehiculo privado, como bien dices. Pero hay otras cosas que se fomentan mientras se ataca el uso del tabaco, y que son mucho mas peligrosas. Por ejemplo, los transgénicos, los conservantes, la agricultura industrial basada en la maxima productividad a cualquier coste (incluyendo quimicos terribles), y tantas otras cosas. Por ejemplo, tambien se fomenta la desregularizacion del trabajo, y hay millones de personas haciendo jornadas de trabajo de 12 horas, algo que no debe de ser muy bueno para la salud, y sin embargo, el estado no hace nada.

Las razones de los ataques al tabaco, seguro que son las que tu dices: prohibicion es igual a menos control del estado, y mas dinero para los mafiosos. Con el dinero que produce el trafico de drogas ilegales, por qué renunciar a que el tabaco sea tan productivo? Al fin y al cabo hoy sabemos que uno de los mayores negocios del capitalismo es, precisamente, el de las drogas, y cuanto mas tipos de drogas ilegales mas negocio para los Bildenberg, Soros, y todo tipo de grupos criminales similares.

Saludos

Dizdira Zalakain dijo...

Otra cosa que merece estudio es lo rápidamente que las masas interiorizan los mensajes del poder. Cuando era niña, recuerdo largos viajes en autobús en los que la gente fumaba sin parar hasta el punto de que apenas se veía del humo: a nadie parecía molestarle. Hoy, cuando a alguien se le ocurre encender un cigarro en un restaurante en el que se permita fumar, se le mira como a un monstruo incívico, muchos hacen como que tosen y el dueño del local, contrariado, enciende el aire acondicionado aunque haga frío.

pcbcarp dijo...

Llevo un par de semanas hasta arriba de trabajo y no había leído esto. Te enlazo.

Dizdira Zalakain dijo...

Muchas gracias. ¡Es todo un honor estar en tus recomendados!

Folks dijo...

Hasta donde yo sé, los gastos del estado asociados al tabaco son bastante superiores a los ingresos fiscales de los mismos. Eso sí, la prohibición sólo eliminaría los ingresos, porque los gastos ahí seguirían como con la mayoría de drogas.

Dizdira Zalakain dijo...

Hola Folken:
Imagino que te refieres a los gastos sanitarios y tienes toda la razón. Las drogas ilegales suponen tanto o más gasto que las legales. Además, no veo por ninguna parte esa preocupación por nuestra salud en otros temas que se han demostrado cruciales como la contaminación de fábricas o calefacciones o la de los Diesel y eso me resulta sospechoso. Gracias por tu comentario.

Anónimo dijo...

Sólo quiero aclarar que el tabaco es mucho más perjudicial para la salud que el humo de los vehículos, los transgénicos y lo demás expuesto JUNTO. El tabaco no sólo es la causa DIRECTA de muchas enfermedades graves (EPOC, cáncer de pulmón y de riñón)sino que empeora cualquier otra enfermedad, por ejemplo una "simple" neumonía en un fumador de 50 años puede ser perfectamente mortal; por no contar lo que empeora la calidad de vida. En cuanto a datos, y de una manera simplificada, el estado se gasta unos 5.000 millones en sanidad relacionada con el tabaco y recauda unos 10.000, el benefecio económico es claro.
Yo como médico aprobaré cualquier medida que lleve a la erradicación completa del tabaco, me da igual el mótivo que lo impluse.

Anónimo dijo...

Perdonen el retraso en mi comentario, pero no había leído el artículo hasta hoy.

Las campañas anti-tabaco desde el estado comienzan cuando en EE.UU. fracasa la reforma sanitaria que intentó Clinton. Es una manera de aparentar estar preocupados por la salud de la ciudadanía cuando en realidad se quiere ocultar que no se tiene el valor de defender la salud pública frente a los intereses del Capital. Son los "socialdemócratas" europeos, o sus equivalentes yanquis, los principales cruzados contra el tabaco. Fíjense como la derecha de toda la vida, sin los complejos del converso, apela a la "libertad" de cada uno.
En mi opinión, a mayor privatización de la sanidad mayor furor anti-tabaquista de los "socialdemócratas".

Animo, en todo caso, a que a que se deje de fumar. No es tan difícil; yo ya lo he dejado cuatro veces desde que comencé a fumar a los catorce años. La vez que más duré fueron dos años y tres meses. Lo difícil verdaderamente es no recaer. A saber qué mecanismos psicológicos actúan en los que empezamos a fumar a tan temprana edad. Ahora con 53 lo intentaré de nuevo.

Juan Ramón Medina