sábado, 27 de marzo de 2010

Coltán: los móviles de un genocidio


La primera vez que oi hablar del coltán fue muchos años después de aquello que nos contaba la tele a mediados de los noventa sobre unos negritos que se mataban entre ellos por odios racial. Fue Alberto Vázquez Figueroa, el novelista y periodista canario quien nos explicó que el coltán es un mineral que contiene tantalio, un elemento escasísimo y casi imprescindible para fabricar microcircuitos electrónicos.Desde que los filamentos de las bombillas pasaran a fabricarse con tungsteno, estos minerales habían caído en el olvido, hasta que, una vez redescubierto su potencial, el Pentágono pasó a considerarlo un elemento estratégico, habida cuenta de su escasez. En efecto, el coltán se destina a la fabricación de condensadores eléctricos indispensables para la vida actual de los países ricos, ya que forman parte de numerosos aparatos electrónicos: ordenadores, consolas, armas avanzadas y, sobre todo, dado el inmenso número de unidades que se venden a diario, teléfonos móviles.

El 80% de las reservas mundiales de coltán se encuentran en las provincias del este de el Congo, repartiéndose el 20% restante entre Brasil, Tailandia y Australia. Teniendo en cuenta la historia de saqueo y crímenes occidentales en África, con estos datos es fácil imaginar que la sentencia de muerte para los congoleños estaba firmada. Y así fue como comenzó la llamada guerra del Congo. Los telediarios nos vendíeron la guerra como un conflicto étnico entre dos tribus de salvajes tan enloquecidos como para matarse mutuamente por tener un tipo distinto de nariz -lo que de paso nos confirmaba en la idea de que los occidentales disfrutamos de paz y riqueza ricos porque no somos tan estúpidos, tan fanáticos ni tan racistas. Ahora, mucho después, averiguamos que aquella guerra fue financiada y provocada por esas empresas que nos hacen la vida un poco más feliz, permitiéndonos poner en la pantalla de nuestro móvil un simpático sketch de los Simpson o ver a nuestro bebé babeando ante la cámara cuando estamos de viaje.
El genocidio comenzó cuando EE.UU. patrocinó en 1996 una invasión por parte de Ruanda y Burundi de estas zonas mineras. Pero este es Un fenómeno que no se producía desde la segunda Guerra Mundial, cuando Hitler invadió Ucrania en busca de petróleo. En efecto, es "normal" invadir y bombardear países inocentes como Iraq o Afganistán pero hasta ahora no se había producido la ocupación militar de un país y la esclavización masiva de sus habitantes para ejecutar el expolio.
A los cinco millones de muertos hay que seguir añadiendo las 2.000 muertes diarias de campesinos y niños producidas por causa de la guerra prolongada interesadamente por las multinacionales o, simplemente por las terribles condiciones de trabajo. Los hombres son obligados a trabajar a la fuerza, vigilados por el ejército y los niños se emplean porque son ideales por su pequeño tamaño para introducirse en los filones de coltán.
Así nos lo cuenta Vázquez-Figueroa:
"Muchos de estos niños mueren víctimas de horribles desprendimientos de tierra. Y se quedan ahí enterrados. Lo que no han querido las empresas que fabrican aparatos con coltán es que eso se supiera. Yo he vivido dos décadas en África y algo había oído. Hay fotos de esa barbaridad: niños semiesclavos respirando polvo mientras llueve a mares o se los lleva la riada. Eso es un infierno. Han llegado cientos de miles de refugiados y aquello es un desastre."
Y añade:
"Yo me pregunto: ¿cómo en el siglo XXI toda nuestra tecnología depende de que haya un niño dando martillazos a una piedra y a un pedazo de tierra que se le viene encima? ¡Esto es de locos! No paramos la guerra porque las grandes empresas y gobiernos no quieren que se pare. Si se paraliza la guerra no se hace negocio con el coltán. Se quedaría en el Congo . Quien controle el coltán controlará nuestra vida”."


Así es la vida de los congoleños. Viven en un infierno para que nosotros hablemos de chorradas por el móvil, enviemos SMS a concursos o juguemos al tetris. El negocio y el genocidio del coltán lo gestionan grandes corporaciones como Cabot Corp., en las que indefectiblemente participan altos cargos de la administración norteamericana -que son los mismos con los demócratas que con los republicanos. Estas corporaciones venden su coltán manchado de sangre a empresas cuyos nombres nos resultan más familiares: Sony, Compaq, Nokia, etc.

Para entender las causas y consecuencias de esta guerra ignorada por la comunidad internacional recomiendo la lectura de este artículo que, aunque data de 2004 sigue en plena vigencia y añade en mi opinión la ventaja de analizar la situación con las herramientas del materialismo historico.

Aunque el genocidio es sin duda el aspecto más dramático, también es preciso denunciar que la explotación minera está destruyendo la segunda reserva de bosque tras el Amazonas. Muchas espècies animales y vegetales han pasado a estar seriamente amenazadas ante la fiebre del coltán. El Instituto Jane Goodall dedicado a la recuperación de chimpancés y gorilas ha puesto en marcha una campaña que pretende reciclar los móviles en desuso y destinar los fondos recaudados a la creación de escuelas en Congo y la conservación del medio ambiente. Hay que recordar que, además, los móviles contienen elementos altamente contaminantes que destruyen nuestro medio ambiente cuando son arrojados a la basura.

2 comentarios:

Maria C dijo...

Hola Dizdira,increíble lo que relata el post pero lastimosamente muy real,lo mas triste de todo es que la maquina de desinformación (prensa)salvo honrosas excepciones colabora con ese sentimiento de condena racial,en EE.UU. la gente común puede comerse un buzón sin rechistar,tengo una hermana y mi hija que viven ahí cuando hablo con ellas son 2 mundos y no por la mejor vida o el acceso a mayores comodidades sino porque la desinformación y la deformación de los medios hacen estragos en la ingenuidad del americano medio.Hay veces en que opto por mantener un perfil bajo a fin de no discutir y en el caso de mi hermana no fue allá siendo una jovencita ya estaba casada y tenia 2 hijos,creo que ni ella se da cuenta de que la alienación del ambiente y los medios la están transformando.Un beso.

Dizdira Zalakain dijo...

Yo creo que en Europa el proceso es el mismo, sólo que en ese lavado masivo de cerebro a través de la telebasura, EE.UU. nos lleva unas décadas de ventaja. Los programas de noticias en mi país se parecen cada vez más a los de EE.UU. Por eso también el español medio se pareced cada vez más al norteamericano medio. En ellos no hay información, solo consignas: el presentador no se limita a contar lo que ha pasado sino que descalifica y hasta insulta a quien desde arriba le ordenan. Después completan el telediario con sucesos descritos de la manera más sensacionalista posible, anécdotas de famosos, sensiblería, incitación al consumo y deporte, mucho deporte...
Ver, leer y oír esta basura un día tras otro, en casa, en los bares, en el trabajo, en el autobús de vuelta a casa, termina destruyendo la capacidad mental de cualquiera.
Son técnicas psicológicas perfectamente estudiadas y aplicadas consciente y programadamente.
El privilegio y la condena de resistir, de taparse los oídos, de escandalizarse, es cosa de una minoría siempre bajo sospecha. Pensar, sentir al margen de la televisión es hoy un acto terrorista.